Why did I want to read it?

Tengo un tipo muy cansino en el trabajo que es un manipulador de manual. Éste es el manual.

What did I get out of it?

La verdad objetiva de una proposición y su aprobación por parte de aquellos que discuten y de quienes los escuchan son dos cosas distintas. (De esto último se ocupa la dialéctica). ¿Cuál es el motivo? La maldad natural del ser humano. (p. 14)

Considera además que ni siquiera conocer la verdad ayuda. Por eso estudiar dialéctica y lógica aparte.

Si le doy la razón al adversario en el momento en que parece tenerla, será difícil que él haga lo mismo conmigo cuando cambien las tornas; como no se atendrá a la justicia, tampoco yo debo hacerlo. Es fácil decir que uno debe buscar únicamente la verdad, sin apegarse a sus opiniones; pero como no puedo dar por supuesto que el otro vaya a proceder de ese modo, tampoco yo debería obrar así. (p. 17)

Por lo general, quien resulta vencedor en una discusión no es quien ha demostrado su buen juicio a lo largo del debate, sino quien ha sabido defender su postura con astucia y habilidad. (p. 18)

Las reglas de este arte nos permiten obviar la verdad objetiva, porque en la mayoría de los casos ignoramos dónde se encuentra. (p. 29)

Muy interesante la “Base de toda dialéctica”, que resume que una discusión va sobre una tesis que buscamos refutar (y lo podemos hacer por N caminos posibles).

Estratagemas

El hecho de que un autor recurra a esta clase de estratagemas dialécticas anima a pensar que, en el fondo, es consciente de que está equivocado. (p. 39)

  1. Amplificar afirmaciones del adversario.
  2. Usar conceptos homónimos más fácil de refutar. (“Toda luz puede apagarse. El entendimiento es una luz. El entendimiento puede apagarse”).
  3. Tomar la afirmación que se ha formulado en términos relativo como si se hubiera hecha en términos generales, absolutos, o, al menos, interpretarla en un sentido diferente del original para luego refutarla.
  4. No anticipar la conclusión. Hacer que adversario vaya aceptando las premisas que llevan a ella sin que se de cuenta.
  5. Usar premisas falsas si el adversario las considera verdaderas.
  6. Ser un chapas. “Conviene extenderse en el interrogatorio y formular muchas preguntas para apartar la atención del adversario de lo que en realidad queremos que admita. En cambio, a la hora de presentar las conclusiones que se derivan de lo admitido, debemos ser ágiles, para que quienes son lentos en comprender no puedan examinar los detalles de nuestra argumentación y pasen por alto sus posibles errores y lagunas.”
  7. Provocar cólera para que no pueda pensar.
  8. Usar nombres que nos vengan bien para lo que queremos defender (e.g., aventura en lugar de adulterio).
  9. Presentar el absoluto contrario del que queremos que acepte el adversario y forzarle a elegir.
  10. Fallacia non causae ut causae: clamar que el adversario con sus respuestas nos ha dado la razon aunque no sea asi, echándole cara.
  11. Ad hominem: buscar contradicciones de ese argumento en su vida, aunque sean aparentes.
  12. Si nos refutan algo, añadir algun detalle nuevo que lo haga sutilmente diferente.
  13. Cambiar el tema si vemos que vamos a perder.
  14. “En general, en lugar de enzarzarse en una larga discusión sobre la verdadera naturaleza del asunto, es más práctico poner de manifiesto las contradicciones en las que cae el adversario”.
  15. Provocar al adversario para que exagere, y refutar la exageración como si fuera la afirmación de la que partía.
  16. Insistir en un argumento que haya enfadado al adversario: para que pierda los nervios y porque hemos encontrado un punto débil.
  17. Argumento ad auditores: contra un especialista, formular una objeción ante el público que es no valida pero el público no lo sabe, solo lo sabe el especialista (que tendrá que recurrir a conceptos complejos para sacar a la gente de su error).
  18. Apelar a la autoridad, en especial la de las “verdades universales: “…no existe opinión alguna, por absurda que sea, que los hombres no asuman como propia, si se les hace creer que está universalmente aceptada: el ejemplo influye tanto en su pensamiento como en sus actos. Son como ovejas que siguen al carnero que va delante allá donde las lleve. Les resulta más fácil morir que pensar.”
  19. Cuando se tiene autoridad sobre el adversario, decir que escapa a tu comprensión. Aunque se le puede dar la vuelta exponiendo el asunto de forma tan clara que te deje en evidencia.
  20. Intentar asociar la idea a algo odioso: “eso es judeo-cristiano”.
  21. Argumento de utilidad: apelar a que el argumento iría en contra de los intereses del adversario y/o del público. ”… la mayoría de las veces una onza de voluntad tiene más peso que un quintal de inteligencia y de persuasión”.-
  22. Aturdir al contrario con un aluvión de palabras sin sentido (o con datos 😉).
  23. Ad personam: atacar a nuestro adversario con su vida personal, ya pasando totalmente del tema en cuestión. “Cuando nos damos cuenta de que el adversario es superior y, por lo tanto, tenemos las de perder, lo mejor es llevar la discusión al terreno personal, mostrándonos ofensivos y groseros; es decir, apartarnos del tema del debate (donde tenemos la partida perdida) y dirigir nuestros ataques contra el adversario.” Si nos lo hacen, decir que no viene al caso e intentar seguir argumentando: “golpéame, pero escúchame”.

…de cada cien personas apenas habrá una con la que merezca la pena discutir. A las demás hay que dejarlas que digan lo que quieran, pues desipere est iuris gentium [desvariar es un derecho humano]. Recordemos además lo que decía Voltaire: la paix vaut enco-re mieux que la vérité [la paz vale más que la verdad]. Y un proverbio árabe nos enseña: «Los frutos de la paz penden del árbol del silencio». (p. 82)