- Tags:: 📚Books
- Author:: Rainer Maria Rilke
- Genre:: Poetry, Classics, Nonfiction, Philosophy, Writing, Essays, Literature
- Source date:: 1929-01-01
- Audience score:: 8.56
- Link:: https://www.goodreads.com/book/show/23971634-cartas-a-un-joven-poeta?ac=1&from_search=true&qid=iBQnKRcKll&rank=1
- ISBN:: 9788420609102
- Added to vault date:: 2025-09-06
- Finished date:: 2025-09-14
- Liked:: 7
- Cover::
Why did I want to read it?
đź”— to original context
- Over time I’ve found Rilke referenced everywhere, even in very unexpected places (Causal Inference: The Mixtape).
What did I get out of it?
Parece que ese joven poeta al que le escribe, lo que más le preocupaba era la la soledad y su relación con los demás. En la octava carta es donde creo que más claramente se expone su postura:
la soledad, resulta cada vez más claro que en el fondo no es nada que se pueda elegir o dejar. Estamos solos. Se puede uno equivocar sobre esto, y hacer como si no fuera asĂ. Eso es todo. ¡Pero cuánto mejor es darse cuenta de que somos eso, más aĂşn, precisamente para salir de ello! Entonces ocurre, ciertamente, que sentimos vĂ©rtigo, pues todos los puntos en que solĂa descansar nuestra mirada nos los han quitado; no hay ya nada cercano, y todo lo lejano está infinitamente lejano. (…) Esto es en el fondo la Ăşnica valentĂa que se nos exige: ser valientes para lo más extraño, asombroso e inexplicable que nos pueda ocurrir. A la vida le ha hecho infinito daño el que los hombres hayan sido cobardes en este sentido. (p. 84)
Staring Into The Abyss As A Core Life Skill como Nietzche:
Pues no es sĂłlo la pereza lo que hace que las relaciones humanas sean tan indeciblemente monĂłtonas y se repitan sin renovarse de caso en caso; es el miedo a alguna nueva experiencia no previsible, a cuya altura uno no cree haber crecido. (p. 85)
Pero sĂłlo quien estĂ© hecho a todo, quien no excluya nada, ni aun lo más enigmático, vivirá como algo vivo la relaciĂłn con otro, y conformará Ă©l mismo su propia existencia a fondo. (…) la mayorĂa conoce sĂłlo un rincĂłn de su espacio, un hueco de ventana, una franja por la que suben y bajan. AsĂ tienen una cierta seguridad. Y, sin embargo, es más humana esa peligrosa inseguridad que, en la narraciĂłn de Poe, empuja a los prisioneros a palpar la forma de su cárcel, para no ser extraños al indecible terror de su estancia. Pero nosotros no somos prisioneros. No nos están preparadas caĂdas ni trampas(…). Si tiene espantos, son nuestros espantos; si tiene abismos, esos abismos nos pertenecen (…) Y si orientamos nuestra vida solamente segĂşn ese principio que nos aconseja que nos mantengamos siempre en lo difĂcil, entonces lo que ahora se nos aparece todavĂa como lo más extraño, se hará lo más familiar y fiel nuestro. (…) Quizá todo lo espantoso, en su más profunda base, es lo inerme, lo que quiere auxilio de nosotros. (p. 86)
Y aĂşn asĂ, contra el exceso de introspecciĂłn:
No se observe demasiado. No saque consecuencias demasiado rápidas de lo que ocurre; déjelo ocurrir sencillamente. (p. 88).
En el trabajo un poco… Qué hago trabajando con datos en vez de estar zurriendo mierdas con un látigo:
sĂłlo le puedo aconsejar que considere si no son asĂ todas las profesiones, llenas de exigencias, llenas de enemistad contra el individuo, empapadas, como quien dice, del odio de los que se han encontrado mudos y malhumorados en el sobrio deber. La clase en que usted debe vivir ahora no está más pesadamente cargada de convenciones, prejuicios y yerros que las demás clases, y si hay algunos que aparentan una mayor libertad, no hay ninguno que se encuentre en sĂ mismo amplio y espaciado, y en relaciĂłn con las cosas grandes en que consiste la vida real. (…) incluso aunque usted, fuera de toda posiciĂłn, hubiera intentado un contacto ligero e independiente con la sociedad, no habrĂa evitado ese sentimiento opresivo. (p. 65)
Este truco lo he visto alguna otra vez (lo recuerdo en la firma del correo de un jefe mĂo). Que muchas cosas que merecen la pena sean difĂciles desde luego no implica que algo difĂcil merezca la pena. Aunque entiendo que es otra formulaciĂłn en realidad de no esquivar lo difĂcil por el mero hecho de serlo:
…nosotros debemos mantenernos en lo difĂcil; todo lo que vive se mantiene aquĂ, todo lo de la naturaleza crece y se defiende a su manera, y es algo propio partiendo de sĂ mismo, intenta serlo a toda costa y contra toda resistencia. Sabemos poco, pero el que hayamos de mantenernos en lo difĂcil es una seguridad que no nos abandonará; es bueno estar solo, pues la soledad es difĂcil; que algo sea difĂcil debe ser una razĂłn más para que lo hagamos. (p. 72)
Esto es Esther Perel hablando de la intimidad en Mating in Captivity:
el amor que consiste en que dos soledades se defiendan mutuamente, se delimiten y se rindan homenaje. (p. 78)
Esto me recordĂł a Kurt Vonnegut referenciado en The Art of Balancing Solitude and Connection:
…ame su soledad, y aguante el dolor que le causa, con queja de hermoso son. Pues los que están cerca de usted, están lejos, dice usted, y eso muestra que ya empieza a hacerse una lejanĂa en torno suyo. Y si su cercanĂa está lejos, entonces su espacio ya está bajo las estrellas y es muy grande; alĂ©grese de su crecimiento, en el que no podrĂa hacer tomar parte a nadie, y sea bondadoso con los que se quedan atrás, y estĂ© seguro y tranquilo ante ellos, sin atormentarse con las dudas, y sin asustarles con su confianza, ni con la alegrĂa que ellos no podrĂan comprender. Busque usted con ellos alguna comunidad sencilla y fiel, que no se deba alterar necesariamente al hacerse usted mismo cada vez más distinto. (p. 52)
Otras notas
Esta fase Duino-Orfeo muestra también una sensible diferencia respecto a la fase «objetiva»: el poeta habla como un oráculo, como un visionario desvelador de la entraña del universo. (p. 13)
Por sentir el amor como varón, no como persona, hay asà en su sensibilidad sexual algo estrecho, aparentemente salvaje, odioso, temporal, no eterno, que empequeñece su arte y lo hace ambiguo y dudoso. (p. 43)
Sobre Roma y los restos arqueolĂłgicos:
la sobrevaloración innombrable de todas estas cosas deformadas y corrompidas, fomentada por eruditos y filólogos e imitada por los que recorren Italia siguiendo la costumbre; cosas que, sin embargo, en el fondo no son más que restos casuales de otro tiempo y de otra vida, de algo que no es nada nuestro ni lo ha de ser. Al fin, después de semanas de defenderse cotidianamente, se encuentra uno, aunque un poco confundido, vuelto a sà mismo, y se dice: no, aquà no hay más belleza que en cualquier otro sitio, y todos estos objetos que han venido siendo admirados por generaciones, completados y mejorados por manos de albañiles, no significan nada, no son nada y no tienen corazón ni valor. (p. 58)